Poco o nada se habla de las relaciones sexuales a partir de los cincuenta.
La madurez puede ser una etapa donde la sexualidad sea un factor determinante
para el envejecimiento activo. Mitos y realidades se cruzan en este reportaje
donde los testimonios en primera persona y los estudios científicos ayudarán al
lector a entender mejor el sexo maduro
Programas de televisión o de radio, revistas, publicidad
de productos que ayudan a mejorar las relaciones sexuales…el sexo está presente
a diario en las vidas de todas las personas una forma u otra. En la actualidad,
se vive en una sociedad que aparentemente habla abiertamente sobre la
sexualidad y ya nadie se escandaliza. ¿O sí?
La madurez está llena
de falsos mitos
sobre la sexualidad
Al hacer un rápido
recorrido por diferentes publicaciones, estudios, etc., se puede comprobar que la mayor parte de la
información que se puede encontrar está dirigida a un público más o menos
joven, supuestamente activo en lo sexual y con grandes dosis de deseo. Pero, ¿qué pasa a partir de los 50? ¿Disminuye el
deseo? La madurez está llena de falsos mitos sobre la sexualidad como se puede
comprobar.
“La vejez es una etapa
del ciclo vital tradicionalmente asociada a ciertas falsas creencias, una de
las más arraigadas es la referida a la pérdida
del interés por parte de los mayores hacia la sexualidad” (Sherman 1999;
Walz 2002; Weeks 2002). Así comienza el estudio realizado por la Universidad de
Barcelona y financiado por el Imserso que lleva por título Sexualidad y personas institucionalizadas: la perspectiva del residentey la perspectiva del profesional. Este amplio estudio ahonda en la realidad
de un colectivo relegado y en muchos casos obligado a vivir su sexualidad de una
forma oculta ya que dispone de menos formas socialmente aceptadas para
satisfacerlas.
El estudio reconoce que
las investigaciones científicas en este campo siguen siendo escasas, lo cual
viene a corroborar la falta de interés por parte también de la comunidad
científica hacia los mayores y el sexo.
Nadie puede negar que el
paso de los años, tanto en hombres como en mujeres, supone un importante cambio
físico. Las mujeres con la aparición de la menopausia, más o menos a los 50
años, sufren en mayor medida esos
cambios a los que los hombres tampoco son ajenos aunque los experimenten de
diferente forma. Pero esos cambios no suponen ni mucho menos la desaparición
del deseo sexual. Las personas no pierden el interés por el sexo por el simple
hecho de hacerse mayores. Son otros los condicionantes que pueden afectar a la
sexualidad: enfermedades graves, trastornos psicológicos, que pueden aparecer
en cualquier etapa de la vida suelen ser importantes condicionantes mucho más
determinantes que la edad.
El paso de los años
supone un importante cambio físico
El primer y más
importante mito que parece que se debe desterrar es el de la pérdida paulatina
del deseo sexual con el paso de los años. Si bien es cierto que el estudio sitúa en un
40% la actividad sexual en la madurez o vejez, se trata simplemente de un dato
al que muchos expertos restan credibilidad ya que consideran que las personas
de cierta edad son más reacias a ofrecer información sobre su vida sexual, un
síntoma más del estigma social y educacional vinculado con el sexo.
Para llevar a cabo este
reportaje se ha recabado opiniones y testimonios en primera persona
provenientes de personas anónimas, gente normal, de la calle, que explicará cómo es su vida sexual, su realidad… Pero lo cierto es que la labor de
recopilación de información ha sido complicada. Ante “la pregunta”, la frase
que más se ha repetido es: “¡No, no, no
de eso yo no hablo!” o “ ¡Anda, anda,
qué vergüenza!” Sin duda un claro síntoma de la falta de normalización en este
aspecto de la sociedad actual. Pero a pesar de todo, los testimonios recibidos
permiten constatar realidades diferentes.
Un tiempo de relax
Pilar es una mujer que ya
ha superado la barrera de los 60 y que compara las diferencias sexuales con
otras épocas de su vida. Se considera una mujer sexualmente activa. “Mi
sexualidad la disfruto fenomenal, ahora es un tiempo de relax” afirma. “Ahora,
mi marido y yo sabemos lo que queremos el uno del otro”, añade.
Marian de 59 años responde
a las preguntas del entrevistador junto a su pareja. El no se presta a contar
“su historia”. Marian sí. “Ahora las relaciones son más escasas”, asegura la
mujer, “no estamos todo el día como cuando éramos jóvenes. Lo que más me importa ahora son las
muestras de cariño, le doy menos importancia al sexo”, determina.
Dos testimonios con
realidades diferentes pero con un denominador común: siguen disfrutando de su
sexualidad aunque de diferente manera que en su juventud y en algún caso en con
menor frecuencia con el paso del tiempo. Ahora bien, ¿se debe esta disminución
en la frecuencia de las relaciones sexuales a la edad? Según el estudio que se
ha tomado como referencia para este
reportaje parece quedar claro que no. Entonces,
¿cuál es el motivo principal para que cambien los hábitos? Sin duda se trata de
un problema de índole social. Existe una falta de aceptación de la sexualidad
en las personas mayores, esta es una sociedad que les niega la capacidad de
interesarse o de disfrutar del sexo por el simple hecho de ser mayores.
Los cuerpos cambian
Hombres y
mujeres, según se van acercando a la vejez, contemplan cómo el paso del tiempo
va provocando una serie de cambios en sus cuerpos. Lo que para algunos es
asumido con normalidad, pues son conscientes de que las células de sus cuerpos
se van deteriorando, para otros es motivo de preocupación. El ser humano sabe
que, con los años, su cuerpo
perderá la lozanía de la que gozó cuando
era joven, pero muchas veces desconoce cuáles son los principales cambios
físicos a los que se enfrentará. Además, no será igual para las mujeres que
para los hombres, cada sexo experimentará de un modo distinto ese acercamiento
a la última etapa de la vida. Un hecho que también tendrá unas consecuencias en
el modo de vivir la sexualidad.
La Dra. ÁngelesAbad Mateo, profesora de Psicología Médica de la Universidad de Murcia afirma
que, en el caso de la mujer, la disminución de hormonas sexuales, estrógenos y
andrógenos, será determinante. Cuando llegue a la menopausia, un hecho que
suele suceder alrededor de los cincuenta años, su útero adelgazará y
experimentará una lubricación más lenta. Es posible que, por esta razón, sienta
dolor durante el coito y además, estará más expuesta a sufrir infecciones
vaginales. Todo esto irá unido a un cambio en su figura corporal y a una disminución
del tamaño de sus órganos genitales. Las consecuencias serán una modificación
en su respuesta sexual, que será más lenta, sus reacciones orgásmicas serán
menos intensas y de menor frecuencia. No obstante, seguirá viviendo el sexo de un modo satisfactorio.
Los hombres, por
su lado, asegura la experta, también
experimentarán una disminución de testosterona según se van acercando a la
vejez. Sus testículos se harán más pequeños y producirán menos cantidad de
esperma. Sus erecciones serán menos vigorosas y menos frecuentes y notarán cómo
su piel se va arrugando. En cuanto a su respuesta sexual, necesitarán una mayor
estimulación para excitarse. Su erección será el doble o el triple de lenta,
perderán presión eyaculatoria y el pene se desentumecerá mucho más rápidamente.
Pero no todo son malas noticias, ya que su libido no sufrirá alteraciones
mientras no tengan un problema de salud importante.
La mayoría de las personas mayores
sigue experimentando satisfacción,
bienestar y placer sexual
Por lo tanto,
aunque las personas mayores puedan encontrarse con una serie de dificultades
fruto del paso del tiempo, lo cierto es que no pierden por lo general la
capacidad fisiológica para llevar a cabo el coito. La Dra. Abad está convencida
de que, la gran mayoría de ellas, a pesar de las limitaciones que les impone la
edad a la hora de vivir su sexualidad, siguen experimentando un sentimiento de
satisfacción, bienestar y placer sexual basados en una adecuada estimulación
mutua y en la expresión de sentimientos de ternura y empatía consecuencia
de un alto grado de intimidad y amor compartidos.
Pero más allá de los
cambios físicos o psicológicos que se produzcan en las personas al llegar a
ciertas edades, la sociedad también tiene
que avanzar, que madurar, que normalizar el sexo a cualquier edad. Estudios,
informaciones médicas, estadísticas, muchas son las fuentes de información que
acercan de una forma clara a la realidad sexual de este colectivo. Pero queda
un largo camino por recorrer y quizá sea
el más difícil: el de educar y concienciar hacer ver a toda la sociedad que la
sexualidad de las personas no termina hasta el mismo momento de su muerte. Como dijo Simone
De Beauvoir “si los ancianos manifiestan los mismos sentimientos y las mismas
reivindicaciones que los jóvenes, escandalizan; el amor y los celos parecen en
ellos odiosos y ridículos; la sexualidad, repugnante, la violencia irrisoria”.
Quizá ya sea hora de desterrar de una vez por todas estas ideas que no
corresponden a una sociedad abierta y avanzada como es, o al menos debería ser,
la actual.
La Dra. Belén Fernández, directora de la Fundación deEstudios Sanitarios del Colegio de Médicos de Bizkaia está convencida de que
los médicos necesitan adquirir habilidades que les permitan abordar las
cuestiones sobre sexualidad con sus pacientes más mayores con cercanía y
naturalidad.
“Muchas veces las problemáticas sexuales que presentan estas personas se solucionan mejor a través de la comunicación que de un fármaco”, afirma la Dra. Fernández. “Se incide mucho en la idea de empoderar a las personas también en relación a su sexualidad, pero cuando son mayores y quieren tratar una cuestión sexual, tendemos a retirarles ese poder y lo ponemos en manos de sus familiares o de su entorno”. La experta cree que cuando las personas mayores viven en una residencia, se da por hecho que no tienen vida sexual, es como si esa necesidad no existiera, pero lo cierto es que ni se explora.
Confianza y naturalidad
Una de las necesidades de las personas mayores a la hora de
afrontar su sexualidad es encontrar al interlocutor idóneo ante quien poder
expresar sus dudas en un clima de confianza. Esta labor la realizan en muchos
casos los médicos de familia, aunque ellos mismos son conscientes de que no
están lo suficientemente formados al respecto.
“Muchas veces las problemáticas sexuales que presentan estas personas se solucionan mejor a través de la comunicación que de un fármaco”, afirma la Dra. Fernández. “Se incide mucho en la idea de empoderar a las personas también en relación a su sexualidad, pero cuando son mayores y quieren tratar una cuestión sexual, tendemos a retirarles ese poder y lo ponemos en manos de sus familiares o de su entorno”. La experta cree que cuando las personas mayores viven en una residencia, se da por hecho que no tienen vida sexual, es como si esa necesidad no existiera, pero lo cierto es que ni se explora.
Según la Dra. Fernández, muchos médicos evitan este tipo de
cuestiones porque no se sienten lo suficientemente formados para abordarlas.
Adoptan una actitud de evitación, con lo que hacen un flaco favor a los
pacientes mayores, que ven cómo una parte fundamental de su vida queda ignorada.
Por eso, el Colegio de Médicos de Bizkaia organiza cursos de formación
continuada a través de los cuales se intenta capacitar a los médicos, en
especial los de atención primaria. Se pretende dotarles de herramientas que les
hagan sentir más cómodos a la hora de establecer una conversación en las que
traten las necesidades más íntimas de sus pacientes.
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