Ángeles Brizuela
Foto: Joseba Larrinaga
Joseba Larrinaga
Ángeles Brizuela (Bilbao, 1949), ha decidido regresar a
las aulas. Con 67 años y mucho tiempo libre, esta bilbaína del barrio de
Otxarkoaga es una de las alumnas de “Las aulas de la experiencia de Bizkaia",iniciativa de la UPV-EHU, donde los mayores de 55 años una vez terminada
su etapa laboral, pueden ampliar sus formación intelectual, o cómo en el caso
de nuestra protagonista, cumplir un sueño que hasta ahora no había podido
realizar, ir a la universidad. Nos atiende a las puertas del centro en pleno
Casco Viejo de Bilbao para conocer su historia. 57 años han pasado desde la
última vez que pisó un aula.
¿Nunca es tarde para
volver a las aulas, Ángeles?
Nunca, si eres un poco inquieta y la vida no te ha dado
muchas oportunidades, cualquier edad es buena para adquirir nuevos
conocimientos.
¿En su juventud no tuvo
oportunidad de estudiar?
Eran otros tiempos hijo, que más hubiese querido yo. Eran
años de pobreza y mucha miseria. Yo nací en una chabola a las faldas de
Artxanda, éramos nueve hermanos y casi no teníamos ni para comer. Luego
hicieron las casas de Otxarkoaga y las cosas cambiaron un poco, mejoramos la calidad
de vida, pero de estudiar nada, lo justo en las escuelas de Atxuri, para leer,
escribir, sumar y restar. Lo importante era llevar a casa un trozo de pan.
“´Nací en una chabola a las faldas de Artxanda,
éramos nueve hermanos y
casi no teníamos ni para comer"
¿Le hubiera gustado
seguir estudiando en aquella época?
Sinceramente eso ni nos lo planteábamos y meno siendo
mujeres, con saber lo justo ya era suficiente. Ten en cuenta que vivíamos en un
entorno muy pobre y cómo no sabíamos casi que era eso de la universidad pues lo
que te decía, ni lo pensábamos. Ya era bastante con poder sobrevivir.
¿Pero para usted, la universidad era un sueño según me han dicho?
Sí, pero esa inquietud me llega cuando conozco a mi marido
Miguel. Él siempre me decía que era muy lista e inteligente, y la verdad es que
no sabía a lo que se refería, algunas veces me sentaba mal porque pensaba que
me estaba llamando fresca, éramos tan tontas en esa época, pero yo callada
porque la verdad me gustaba mucho el muchacho. Un día ya me lancé y le pregunté
a qué se refería (risas), ¡qué vergüenza pasé! Me explico que me fijaba en
todo, que era muy curiosa, que preguntaba cuando no sabía y que aprendía muy
rápida. Podías llegar a ser maestra, me dijo.
“Soñaba con ir a estudiar,
ser maestra,
que la gente me respetase”
¿Y ahí es cuando
aparece la inquietud por los estudios?
Sí y no, te explico. Es cierto que aquello se me quedó
grabado pero para la gente pobre era
algo impensable. Los médicos, maestros y curas eran como dioses en esos años.
Lo veía imposible pero reconozco que desde entonces muchas noches soñaba con ir
a estudiar, ser maestra, que la gente me respetase… era un sueño sí, pero sabía
que inalcanzable para mí.
Y ahora, vuelve a las
aulas…
Sí y no sabes lo orgullosa que estoy. Tengo ya 67 años y
durante este tiempo he tratado de leer mucho, de cultivarme, y cómo decía mi
marido, la curiosidad ha sido una buena aliada estos años.
¿Cómo llega hasta “Las
aulas de la experiencia” de la UPV?
La verdad es que nunca había oído hablar de ellas. Cuando me
jubilé me acerqué hasta la EPA de Otxarkoaga porque era lo que
conocía y la oferta que tenían no era lo que yo buscaba. Además la mayoría de
la gente era mucho más joven, preparando un acceso a la universidad o a
formación profesional y yo no era eso lo que buscaba, tampoco sacarme un
título. Así que me puse en contacto con la Asociación de Jubilados y Pensionistas de Bizkaia y fueron ellos los que me hablaron de esta modalidad.
¿Y ni se lo pensó, no?
Efectivamente, ni pensarlo, en cuanto me dieron la
información me fascinó la propuesta. Era lo que quería en este momento. Aprender,
formarme, estar activa… pero sin ningún tipo de presión. Me matriculé al día
siguiente. Estoy encantada. Lo único que
no he dejado son mis clases en el polideportivo de Txurdinaga allí también vamos mucha gente mayor,
pero por lo demás estoy centrada en estos estudios.
¿Qué hacen en las
clases?
Tenemos diferentes asignaturas, cambian por trimestres, dos
en total. De momento estamos con arte, salud y lengua y literatura. Estoy cómo
en una nube. He vuelto a tener un horario, tareas que hacer, en definitiva,
estar activa nuevamente. Al no ser una obligación lo disfrutas muchos más.
Además visitamos museos, se organizan excursiones culturales…. Vamos como una
chavala de 18 años.
¿Qué tal con los
compañeros y compañeras?
Tenemos una relación magnífica, llevamos juntos de finales de
septiembre y somos ya una piña. Nos ayudamos, nos escuchamos, nos aconsejamos,
y la relación no termina con las clases, tomamos café a la salida o quedamos
algún viernes por la tarde. Estamos casi todos en la misma situación, gente que
en nuestra época no pudimos estudiar pero siempre hemos sido inquietos. Mis
nietos se ríen, me dicen, amama los jueves hay botellón universitario en el
casco, irás ¿no?